El miedo al delito y la expansión del derecho penal [Texto impreso]
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Centro de Análisis y Prospectiva de la Guardia Civil CAP - Sala 1 | CAP - Hemeroteca | Available | 799 |
Resumen: El miedo al delito es un problema complejo y superior al problema que supone el delito mismo. La difusión que los medios de comunicación realizan de los fenómenos criminales, especialmente los más graves que en realidad son muy poco frecuentes, es homogénea dando la sensación a los espectadores de que cualquiera puede padecer un delito y de que hay una alta probabilidad de que le suceda.
El miedo inespecífico y supersticioso oculta paradojas como que el perfil sociodemográfico de las víctimas a quien se parece no es al de las personas que sienten más miedo sino, por el contrario, a las personas que tienen menos miedo y que coinciden con el perfil sociodemográfico de los delincuentes: jóvenes, varones urbanos.
El riesgo real está en la cocina y el baño del hogar, en el automóvil y en el puesto de trabajo y, como mucho, en las personas conocidas del barrio a dos kilómetros a la redonda; pero en todo caso el riesgo no es aleatorio, sino que depende de la vulnerabilidad de las personas (jóvenes, varones urbanos) y de las circunstancias (de tiempo, lugar y actividad) a las que se expongan.
El infundado clima de opinión generado por los medios de comunicación más la experiencia, en este caso real, de las víctimas, aderezado con inseguridades existenciales de todo tipo, construyen una sociedad del miedo que exige una expansión supersticiosa del Derecho Penal y un innecesario y poco útil endurecimiento de sus penas.
En lugar de expandir el Derecho Administrativo sancionador dando más instrumentos a la Policía y de extender el Derecho Civil de daños, haciendo hincapié en la restitución de los daños ocasionados por el victimario a la víctima y en su deseable conciliación; lo que se hace es asustar al conjunto de la población y fomentar una política de seguridad preventiva, en lugar de reactiva y represiva, cuya principal utilidad es tranquilizar a la gente que tiene escasas probabilidades de padecer una infracción, pero que suelen ser los votantes más asiduos de los partidos mayoritarios.
España es un país mucho más seguro que Suecia y donde, sin embargo, la tasa de encarcelamiento es muy superior. No hay motivos para tener tanto miedo.
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